20 de junio de 2014

Cine: 'La Dama Boba'.


La Dama Boba (Manuel Iborra, 2006) es uno de los tantísimos descubrimientos que le debo a la Biblioteca Pública de mi localidad. Aunque es bastante reciente, se basa en un texto escrito por Don Lope de Vega (1562-1635) en el año 1613 de nuestro Señor, algo que es de suma importancia a la hora de valorarla y, todavía más, de disfrutarla.


El filme comienza en casa de una tal Señora Octavia, que vive en compañía de sus dos hijas. La primera de ellas, Nise, que despierta vivas pasiones entre el sexo masculino, es una señorita culta e inteligente, que incluso llega a ser calificada de pedante por su progenitora y a la que veremos habitualmente con libros entre las manos. Por contra, su hermana Finea es su reflejo contrario, siendo la muchacha en exceso inocentona, estúpida, testaruda y analfabeta a la que alude el título.

Entre los pretendientes de ambas, Laurencio y Liseo, se establece otro juego de espejos similar al que las define a ellas. El uno es bastante viril y tremendamente atractivo en su sinvergüencería, en tanto que el refinamiento del otro alcanza un estatus de amaneramiento ridículo. Esta contraposición se hace notar en los duelos, donde el último resulta un auténtico inútil; Octavia misma llega a mostrar más dignidad con la espada en mano. Laurencio, pobretón y perseguido, comienza a cortejar a Nise, pero decide trocar el objetivo de sus atenciones románticas por Finea con motivo de la mayor dote que recibiría de ella. Liseo realiza el camino inverso: entra en casa de Octavia como prometido oficial de la boba, pero ésta le repele con sus boberías al tiempo que empieza a sentirse embelesado por la otra, que casa mejor con sus finuras y gustos.

El primer encuentro entre los dos deriva en conflicto al creerse enfrentados por una causa y una mujer en común. El malentendido se resuelve cuando descubren sus verdaderas intenciones, pasando de ser fieros enemigos a compartir risas y confabulaciones. Sin embargo, esta alianza es débil, dada la naturaleza voluble, mezquina y traicionera que comparten. Además, deberán afrontar un doble escollo en Nise y Octavia. La última sólo quiere salvaguardar el honor de su familia y la palabra dada; la primera todavía sigue perdidamente enamorada de Laurencio, por lo que no dudará en exigirle a Finea que lo abandone, así como en desdeñar los ofrecimientos de Liseo. Los torpísimos intentos de la boba por desenamorarse de quien por fin había conseguido seducirla sólo empeoran la situación y provocan renovadas iras en su hermana y en su madre.

Póster de la película.

El amorío entre Finea y Laurencio tiene su reflejo caricaturesco en el que viven a la vez sus respectivos criados, una Clara tan tonta como su ama y un Pedro todavía más pobretón y hambriento que su señor, con el que comparte su carácter interesado. “Amé porque tú amabas y olvidaré porque tú olvidas”, llega a expresar la lacaya. Este uso por parte de los sirvientes era muy habitual en las comedias de Lope; sin embargo, en este caso en concreto, al ser los romances de los señores ya de por sí bastante exagerados, tampoco tiene la importancia de otras obras suyas.

En los anteriores párrafos se han descrito algunos ejemplos del dualismo que se repite constantemente en el largometraje. Dualismos donde se juega a menudo con los opuestos y que giran sobre sí mismos, tornando las situaciones en los peores momentos. En otros casos, parece responder a una simple necesidad teatral de dotar de réplica a cada personaje. Así pues, Octavia decide sobre sus hijas en compañía de su amiga Gerarda a la vez que Laurencio y Pedro cuentan con dos aliados en el Poeta Duardo, intelectualmente afín a Nise, y en su amigo Feniso; ambos jugarán un papel sorprendente, aunque anecdótico, en el desenlace. Incluso son dos los instructores que se dejan ver en la cinta: el de letras y el de danzas, en sendos y divertidos cameos de Antonio Resines y Paco León

Lope en 'persona' (es un decir).

El propio Lope era un hombre dual, en tanto que era profundamente religioso y un mujeriego empedernido a un mismo tiempo, hasta el punto de que llegó a ser ordenado sacerdote sin dejar de lado sus escarceos. Llegó a tener esposas, amantes e hijos, tanto legítimos como ilegítimos, en gran cantidad. De hecho, escribió La Dama Boba para una de sus amantes, la actriz Jerónima de Burgos, que dio vida a Nise. Así pues, es más que posible que en el libreto, producido en su momento de mayor madurez creativa, refleje su concepción del amor: un amor ligado indisolublemente a los celos, que son motor fundamental de la trama, con todos sus giros. El amor de Lope también es dual como él mismo: se entiende en términos carnales pero, también, como experiencia espiritual. De hecho, uno de los ejes centrales de la narración es la virtuosa metamorfosis que vive Finea en carnes propias a consecuencia de ello, cual Patito Feo, aunque ella asegure inicialmente ser la misma de siempre.

Este último punto enlaza con otra de las cuestiones a tratar: la determinación por parte de las dos protagonistas a decidir sobre su propio destino, especialmente aguda en la Finea transformada. Por lo menos, en cuanto al apartado amoroso se refiere, aunque de este derive luego todo el porvenir que puedan tener luego. Hubiera sido un acierto, por lo tanto, que Octavia y Gerarda siguieran siendo varones como en el original (Octavio y Miseno), dado que ellos representan una voluntad y un punto de vista tradicionales, paternales y, por tanto, machistas, que son los que las dos hermanas transgreden. Sin embargo, a pesar de ello, ni Octavio/a ni Gerarda/Miseno son autoritarias, si no que ambas llegan a mostrarse comprensivas pese a sus creencias. Esto se deja notar en un desenlace que por no traicionar el espíritu jocoso del resto, resulta un tanto descafeinado.

Hablamos, por tanto, de una obra muy adelantada a su tiempo, que alaba el valor y la inteligencia de las mujeres y su derecho a escoger en el amor en igualdad de condiciones a los hombres. Ya en las aficiones doctas de Nise se intuye un elogio al atractivo de la mujer no en su sumisión al hombre si no, precisamente al contrario, en su equidad con él; algo que habla mucho y muy bien de Lope como amante. Sin embargo, no deja de ser un 'feminismo' muy primitivo, que en absoluto pretendió mutar el débil rol de la mujer en aquella sociedad si no que sirvió, incluso, para confirmarlo. También se encuentra encorsetado por las necesidades y premisas de la historia: a fin de cuentas, no dejan de ser seducidas por dos sujetos de ética reprobable, que las traicionan constantemente y que difícilmente las quieren de manera completa o sincera. En cierto modo, cuando Finea renace, lo hace como reflejo de un Laurencio en quien imita en argucias; de ahí, seguramente, cierta mirada como de reconocimiento por parte del varón en el momento en el que ella decide fingirse nuevamente mentecata.


Coronado y Abascal como Laurencio y Finea.

Ciñéndonos a esta representación moderna, destacan Robertos San Martín y José Coronado, que lo bordan como como los dos galantes. Particularmente este último, de quien no me esperaba (la verdad sea dicha) tanta eficiencia. Ayudan mucho sus pintas a lo Jack Sparrow (el de la saga Piratas del Caribe, sí); y es que otros de los aspectos a elogiar, más allá del trabajo actoral, es la impresionante labor de vestuario y localizaciones. Es digno de comentar que cuando Liseo consigue 'rematar la faena' con Nise imite los ropajes de su rival, sólo que con un tono de luto ante la tragedia amenazada por Octavia si persistía en su empeño.

No sólo los mencionados: en general, las actuaciones están bastante bien trabajadas, más allá de ciertas afectaciones que no hubieran sido inadecuadas en un auténtico escenario teatral pero que restan credibilidad a quienes caen en ellas en este medio. En esa afectación cae ocasionalmente una Macarena Gómez que, por lo demás, resulta idónea como Nise; y es que la cordobesa es capaz de despertar mucho morbo aun sin ser realmente una beldad según los cánones frecuentes. Y siempre es un placer ver a Verónica Forqué, que transmite a la perfección la crispada frustración que siente su Octavia en no pocos momentos. Es su marido quien dirige la producción, dicho sea de paso. Sin embargo, por encima de los demás destaca una espléndida Silvia Abascal, que resulta adorable en extremo como Boba y que va ganando en elegancia y, sobretodo, en belleza conforme transcurre la historia y gana en inteligencia. 

La susodicha Señorita Gómez...


Nunca me ha gustado la expresión 'de época'; siempre hace que me pregunte: “¿de qué época concreta?” Pero creo que todos nos entendemos en su uso. Y resulta muy valiente haberse atrevido (sin la popularidad de un Don Arturo Pérez-Reverte) a un film español de este calificativo. Más todavía respetando el lenguaje del manuscrito en el que se asienta, de una gran belleza en base a su gran musicalidad, pero ciertamente inaccesible: los más duros de mollera (como un servidor, sin ir más lejos) deberán de verla más de una vez para captar muchos de los matices. Duele pensar que estas rimas estaban dirigidas a las clases más bajas: en un pasaje omitido en el metraje, Lope critica la poesía ocultista practicada por otros artistas.

Es evidente que los gustos y el sentido del humor han evolucionado mucho en estos últimos cuatro siglos, y que mucho de lo que en su momento debió de ser hilarante hoy día únicamente nos provoca una sonrisa. Sin embargo, con esa sonrisa basta para gozar con una historia sin pretensiones pero ágil e inteligente; con la belleza de sus parlamentos que elevan el placer sensorial del visionado; con esa recreación tan fantástica y meritoria del Siglo de Oro español. No voy a mentir: la película no pasa de entretenida, pero hay entretenimientos y entretenimientos; puestos a elegir, este es uno más que digno.

(Además, a ver si así aprendéis a ligar como Dios manda, leñe... ¿Dónde quedaron frases tan bonitas como eso de que "el amor, con amor se paga"?)

P.D.: No he incluido más imágenes de las películas por no encontrarlas con la calidad que consideraba adecuada; espero que me sepan disculpar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario