19 de abril de 2014

Cómic: 'Historia de una Rata Mala'.

Con semejante título, Historia de una Rata Mala podría parecer una especie de fábula para niños pequeños; y, realmente, puede considerarse como tal, pero sólo hasta cierto punto y con matices muy a tener en cuenta.


La 1ª edición española. Recientemente ha sido reeditada por Astiberri.


Los cuentos ilustrados de Beatrix Potter, extraordinariamente preciosos, forman parte intrínseca de mi infancia. De hecho, en homenaje, mi familia bautizó a nuestra mascota como Perico: un pobre e inquieto conejo que todavía es muy recordado a día de hoy en mi hogar, aunque no por los mejores motivos. Lo cierto es que, aunque siempre le he presupuesto cierta fama a esta autora británica, conozco a muy poquitas personas que sepan mínimamente de su figura o de su obra. Por eso, el cómic que nos ocupa consiguió crearme de inmediato sentimientos dulces de complicidad y nostalgia. Precisamente esto último tiene mucho que ver con la temática escogida: la regresión a la infancia y, más concretamente, a la inocencia.

La protagonista, Helen Potter, es una muchacha que vive en la mendicidad tras haber escapado de casa y que empezará a seguir, casi inconscientemente, los pasos de su famosa tocaya a través de Gran Bretaña. Al igual que el mundo de fantástico de Beatrix, el que descubrirá Helen con sus viajes será hermoso y salvaje a un mismo tiempo: puedes encontrar peligrosos depredadores a cada tramo, o en cambio, valiosos y entrañables aliados. 

Altamente recomendable.
 

Bryan Talbot, el autor completo de este tebeo de los noventa, consigue lo que parecía imposible: recrear el encanto mágico de los libros de Potter. A ello ayuda muchísimo el dibujo, que destaca por un trazo limpio y claro, especialmente grueso en el contorno de las figuras. La realidad y la fantasía no se distinguen de ninguna manera en el apartado gráfico y las viñetas realmente se asemejan a ilustraciones literarias muy agradables a la vista. Su estilo figurativo y su acertado uso tanto de las sombras como del color recuerdan a las películas animadas con rotoscopio (como las de Ralph Bakshi).

Sorprendentemente, este 'tono de cuento' resulta completamente apropiado para un tema tan espinoso como el del abuso infantil. El asunto es abordado con muchísima delicadeza y extrema sensibilidad, evitando intencionadamente la sordidez o el sensacionalismo barato en el que tan fácilmente podría haber caído. Gracias a ello, hasta los más escrupulosos podrán afrontar su lectura sin miedo, y sin que ello conlleve la pérdida del realismo que demandaba la temática. Lo que fácilmente podría haberse convertido en una historia bastante gris y depresiva, en cambio, constituye un sincero y bello canto a la esperanza. La travesía de Helen es agridulce y dura, y no estará en absoluto libre de escollos; pero en ningún momento nos transmite demasiado desasosiego. Quizás porque, cuando estás en lo más bajo, el único camino posible es hacia arriba. En su aparente sencillez es donde radica su mayor grandeza; es un relato que no precisa en modo alguno de quiebros inesperados ni giros rebuscados. Un relato que también nos habla de crecer y madurar; no a costa de sacrificar la imaginación o la creatividad, sino, precisamente, usando ambas cualidades como herramientas. 

Por supuesto, los animales y, en especial, los pequeños roedores serán importantes.
 
Historia de una Rata Mala le ha valido a Talbot los elogios de otros grandes maestros del noveno arte, como Alan Moore o Neil Gaiman (ambos, detalle curioso, tan británicos como el propio Talbot o como la mismísima Beatrix Potter). La obra también ha sido vista con buenos ojos por parte de muchos educadores y es utilizada en centros de ayuda tanto de Gran Bretaña como de Estados Unidos; algo que, con casi toda seguridad, halaga más a este artista que cualquiera de los muchos merecidos premios que ha recibido por ella. También atestigua su loable y exhaustiva labor de documentación a todos los niveles, consiguiendo una credibilidad pocas veces se consigue en una narración. Helen en particular llega a parecer más auténtica que muchas personas de la vida real, y es muy difícil no sentir afecto y empatía hacia ella.

También es el primer profesional del cómic en obtener un Doctorado Honorífico en Arte, y no es para menos: se atrevió a exponer un asunto difícil en una época en la que todavía era tabú. Para más inri, lo hizo a través de un medio que entonces no estaba lo suficientemente reconocido; muchas veces, tampoco ahora. En sus propias palabras:

“Los abusos sexuales son más frecuentes que el asesinato. (…) Cuanto más se hable del abuso infantil, (…) más probable será que las víctimas se den cuenta de que es algo que pasa continuamente, que pueden hablar de ello, que pueden ser creídas y hacer que eso se acabe.”

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